Turista regresará a casa tras un drama en el Chirripó

Carlos Monge
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María del Rocío Venegas Chavarría, una enfermera de 41 años de edad, de las salas de Cuidados Intensivos del Hospital México, regresará mañana a San José, por la vía aérea, tras una aventura que consternó al país desde que se reportó su desaparición. Nadie quiere que pase nada (malo) en el cerro Chirripó.
Salió ilesa, aunque afectada por las noches que estuvo sola, desorientada, sin mayor provisión de alimentos y sometida a las bajas temperaturas que en las madrugadas suelen acercarse a los cero grados Celsius, en los 3820 m.s.m. de altura de la montaña.
“Sabía que Diosito me la iba a devolver”, dijo Alicia Chavarría a periodistas del noticiario Repretel, al mediodía de hoy, pocos minutos después de que trascendió la noticia de su rescate. Dios, la prudencia relativa de la turista, los amplios conocimientos de primeros auxilios de la enfermera y las brigadas de socorro, que en conjunto arremetieron al Coloso, para amansarlo.
María del Rocío se extravió el domingo, pero no se supo sobre su desaparición hasta el martes, cuando el personal de limpieza ingresó a la habitación del hotel donde se hospedó el día anterior. Debió haber regresado el martes, temprano, pero ahí estaban sus cosas.
El aviso sobre su ausencia activó los protocolos de búsqueda y se comenzaron a integrar patrullas de guardas del Sistema Nacional de Áreas de Conservación, socorristas de la Cruz Roja Costarricense, guardias de la Fuerza Pública, integrantes de la Asociación de Arrieros y grupos de particulares.
La brigada de San Jerónimo la encontró hacia el mediodía, por en el sector de la Laguna Ditkevi, a unos tres kilómetros de la Base Crestones, a donde debió regresar, para iniciar el descenso al día siguiente.
“Cuando los oí (a los integrantes de la brigada) pareció escuchar las voces de los ángeles”, contó María del Rocío a Ronald Chan, director regional del Área de Conservación La Amistad Pacífico (ACLA-P). Para entonces, ya sabía que su rescate estaba cerca, desde que percibió el sobrevuelo matutino de una avioneta de Seguridad Pública.
Ocurrió lo que era de esperar: perdió el sendero y se desubicó. Pero cuando se dio cuenta de que se estaba alejando y de que el camino cada vez era más abrupto, se detuvo a hacer LO QUE TIENE QUE HACER TODA extraviada en la montaña: esperar. De haber seguido caminando, la hubieran recibido unos canjilones que la habrían metido en verdaderas dificultades, comentó Chan.
Sabía que no debía hacer mayores esfuerzos; y no los hizo. La favoreció que fue encontrando agua en pequeños pozos y hierba húmeda y que había llevado chocolates para ayudarse con las calorías. Y aunque llevaba ropa adecuada para el clima, se enfrentó al frío intolerable de la madrugada haciendo ejercicios para obligar a la sangre a circular.
Cuando regresó a Base Crestones, en la tarde, ya los paramédicos y un ejército de brigadistas la estaban esperando. No sufrió lesiones, aunque sí el deterioro físico por haber permanecido a la intemperie durante tanto tiempo.
El clima espléndido de la mañana se descompuso en la tarde, por lo que los cuerpos de seguridad acordaron ceder viaje de regreso de María del Rocío a casa –desde el Cerro hasta San José- por la vía aérea, con las primeras horas de mañana.
La foto de entrada es de Roberto Ramos, del SINAC.
6 junio, 2013